Morikawa: como sólo pueden hacerlo los grandes campeones

Collin Morikawa (-17) ha hecho historia por partida doble al convertirse de una tacada en el primer estadounidense en ganar la Final y el ranking anual del circuito europeo. Y lo ha hecho como sólo pueden hacerlo los jugadores verdaderamente señalados, los grandes campeones, ese perfil de competidor que sólo reúne a un círculo muy reducido de nombres. Por si quedaba alguna duda (ya quedaban pocas, seguramente, después de ver cómo manejó la cuarta ronda en el Open Championship el pasado mes de julio), hoy no hay más remedio que contar con Collin Morikawa para cualquier gran gesta que quepa en la trayectoria de los más grandes, incluyendo el asalto al Número Uno del mundo y hasta su asentamiento en el trono mundial.


El joven californiano ha entregado una tarjeta de 66 golpes para vencer con autoridad en el Earth course del Jumeirah Golf Estates, aunque su éxito seguramente se haya fundamentado en un último tercio de vuelta fulminante (cinco birdies en los últimos siete hoyos), tramo de la semana que de verdad mide la talla de los candidatos. Este apabullante esprint final deshacía como azucarillo en el agua las aspiraciones y serias opciones de un Rory McIlroy (-12) que, sin su mejor juego, e incluso muy errático de inicio, se las arreglaba para mantener el control de la situación, pero que terminaba sacando la bandera blanca ante la avalancha del californiano, firmando bogeys allá donde ya sólo le valían los birdies (hoyos 15, 16 y 18).

No ha sido una jornada cómoda para Morikawa. Para empezar, justo ocurría el domingo que uno de sus rivales en la lucha por la Race to Dubai, Matthew Fitzpatrick (-14), despertaba y llegaba a poner en cuestión el liderato en el ranking del norteamericano, alcanzando incluso la cabeza del torneo justo cuando el golf del californiano no era nada fluido y, por tanto, justo en el momento en que más fisuras podía abrir el arreón del inglés en la coraza de su rival. Matt necesitaba ganar y que Collin terminara fuera de los nueve primeros puestos y por momentos pareció que tal imposible no lo era tanto. Sin embargo, el estadounidense nunca iba a perder el temple necesario para seguir sumando pares, hasta que definitivamente disparaba sus prestaciones con un excelente putt de birdie en el hoyo 12, que embocaba desde cuatro metros y medio.


En los tiempos de arreón y tente tieso que corren, Morikawa sigue demostrando que un jugador que ni siquiera acaba una temporada entre los cien pegadores más largos del PGA Tour (el ejercicio 2020-21 lo terminaba como el 112º en la estadística de ‘driving distance’) puede hacer carrera entre los mejores. No es cuestión menor. Da mucho que pensar cuando todavía, a diario, se sigue diciendo o escribiendo que la entrada en el olimpo del golf exige el carnet de bombardero. Otra cosa es alcanzar el nivel mayestático de este jugador con los hierros en la mano, palabras mayores, pero al fin y al cabo queda claro que hay otros caminos que pueden recorrerse hacia la gloria sin necesidad de pegar una y otra vez drives de 310 metros de distancia.

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